domingo, 26 de abril de 2009

límites cruzados

Ella no quería vivir al límite sino sentir hasta lo profundo de su ser todo aquello que pudiera, por si en algún momento se le ocurría terminar con todo, tener suficientes experiencias como para no arrepentirse, sino más bien estar feliz por no morir llena de tantas cosas.

Con lo único que no contaba era con que se enamoraría justo el día en el que decidió suicidarse.

Cuando la miró sintió que la conocía de toda la vida , y ella apenas se dio cuenta porque , tras la primera hora haciendo y diciendo lo mismo, pasaba de ser Blanca a un robot casi sin alma que como mucho de vez en cuando se solidarizaba con algún pobre anciano que pasaba frente a ella, pero mas que empatía con la persona, era el gran recuerdo que tenía de la Señora, su abuela, desde que la dejo sola frente al mundo sin saber a donde ir, guardando su verdad y descubriendo la propia.

- Aquí tiene, muchas gracias, esto es suyo, su tarjeta, buen día, adiós.

Y miro el papel en el que había quedado escrito un número de teléfono que memorizó en menos de cinco segundos, y al levantar la cabeza para despedirse su pecho ardió como cuando tenía fiebre y luego se heló como cuando sufría alguno de sus ataques de asma, tan comunes en ella cuando su cabeza no paraba de querer controlarlo todo, ni siquiera cuando estaba dormida.

Se llamaba Julio y estaba seguro de ser el hombre que conseguiría algo más que educación del robot blanco.

Al salir aquel día del trabajo preparó el móvil para escuchar la música a volumen 12 de camino a casa, pero antes decidió probar si el dueño del teléfono memorizado vertiginosamente contestaba a él con la misma rapidez.

Y contestó, directamente, poniendo día y hora al encuentro tan necesario para ambos, tan animal, tan instintivo, casi incontrolado.

Tendría que posponer su suicidio para otro día, pensó, le daría tiempo a escribir alguna carta de despedida y otra para llamar “ hijo de puta” a algún que otro capullo o capulla que se la jugó en más de una ocasión.

Follaron, claro que follaron en su encuentro, y más de una vez. –

“ Total, -pensó-,mañana me suicidio así que para qué andar con remilgos…”

Bebieron, se fumaron algunos peta, volvieron a follar, la segunda vez fue mejor que la primera, es lo que suele pasar, porque cuando has fumado, el polvo es mucho mejor, es casi un polvo estrellado, sutil, intenso, muy intenso, estamos más receptivos…

Por la mañana, Blanca regresó al trabajo, a despedirse más guapa que nunca, más simpática que nunca, más segura que nunca de querer que ese fuera el último de sus días,,,

Cumplió…