lunes, 22 de noviembre de 2010

El placer

El placer de quemarse con el fuego

radica en que no has sido tu

quien lo ha encendido

sino quien lo apagará

con su llanto que ya apenas

contiene lágrimas.

El teatro de la crueldad

La crueldad es más cruel

si está dentro de nosotros

que si se recibe del que tenemos al lado.

Es una creación efímera.


"Las facturas que firma me mente

las paga mi cuerpo",

y yo ya tengo el alma empeñada

a cambio de un cuarto de ignorancia.


La ignorancia alerta y consciente

es el cimiento de mi verdad

que no tiene por qué ser solo mía.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Picnic.

Entrad todos al campo de batalla
comámonos el sandwich
y matemos a la vez

cuando terminemos
limpiemos nuestros dientes
y disparemos de nuevo

ahora hablemos de cuantos corazones
has abierto en esta guerra
yo no te puedo pedir más que reces
por el ojo que no ve
por la mano que no toca
por la luz que no quema
por la palabra que ya no dice nada
por la única verdad
que es el final de la mentira

Bajtín

La Estilística de mi vida

me impide deconstruirte

como el Canon me indica.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La gata sobre el tejado de Zinc

La luz ilumina tu boca
y me escupe.
Me basta con saberte
buscarte
es perderme la vida
y vivir
es morir por algo que no existe

Abre la puta puerta
sal
respira
hiere.

Fuma un último cigarro y huye
con el humo
por cualquier esquina

y huye
por cualquiera de los poros de mi piel
que aún no están abiertos.

domingo, 14 de noviembre de 2010

"...y ese beso igual
que un largo tunel".

Jaime Gil de Biedma



Rechina dentro de mi
el sonido de tu voz
pidiendo que siga
jugando con mi dedo

(tapando la herida).

Es viernes por la noche
y tarde para decirte que lo siento
debería haber puesto
una sábana debajo
y recoger el semen de luz
que no quisiste.

Y yo muero por ti
y tu conmigo
dejando esparcida por el suelo
la memoria
que distingue el rayo de sol
que ahora me ciega.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Metalenguaje

Qué difíciles

son de entender tus palabras

cuando no te escucho

nada más

que después de hacerte el amor

solo con gestos.

¿qué haces aquí?

Dame un beso,
solo uno
y te salvo.

El exceso de tu voz
en mis oidos me despierta
borracha hoy
que la luz de la luna
no ilumina suficiente
que tu olor en mi olor
ya no es olor
sino desdicha

STENDHAL por GoDoT

"...Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche..."
leopoldo panero.


a Godot

Me duele la locura que es
que tu y yo
nos hayamos encontrado
en esta casa de locos
donde a casi nadie le importa
lo que te importa a ti,
lo que a mi tambien me importa.
Necesitas la belleza en tu vida
y yo no quiero reconocer que te quiero
a ti
en ella, aunque no te necesite.
No puedo digerir todo lo que me das
sin un manual de instrucciones al uso
sin que tu mano haga que mi cuerpo
se active
y te lo pague con el beso de amor
que Amor aún no haya inventado.
Yo no he cambiado las sábanas de la cama
y está fría ya
y huele a ti
que no has llegado todavía.
Locura es no saber si
fue el domingo
o será el martes
si ya ha llegado el jueves
porque he estado tanto tiempo contigo
en la otra vida
que ahora nuestro tiempo se mide por palabras
no por dias.

Las palabras tambien pueden sanar
y mientras las tuyas me enseñan a mirar la vida
"sola junto a mi, junto a mi pecho",
"juntos los dos sobre la nieve sola".


elviramos. 12 de noviembre de 2010.

Alejandro Martínez - Loca DE JAIME GIL DE BIEDMA

PANDÉMICA Y CELESTE Jaime Gil de Biedma

Jaime Gil de Biedma


Imagínate ahora que tú y yo

muy tarde ya en la noche

hablemos de hombre a hombre, finalmente.

Imagínatelo,

en una de esas noches memorables

de rara comunión, con la botella

medio vacía, los ceniceros sucios,

y después de agotado el tema de la vida.

Que te voy a enseñar un corazón,

un corazón infiel,

Desnudo de cintura para abajo,

Hipócrita lector - mon semblable - mon frère!



Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo

quien me tira del cuerpo hacia otros cuerpos

a ser posible jóvenes:

Yo persigo también el dulce amor,

el tierno amor para dormir al lado

y que alegre mi cama al despertarse,

cercano como un pájaro.

¡Si yo no puedo desnudarme nunca,

si jamás he podido entrar en unos brazos

sin sentir -aunque sea nada más que un momento-

igual deslumbramiento que a los veinte años!.



Para saber de amor, para aprenderle,

haber estado solo es necesario.

Y es necesario en cuatrocientas noches

- con cuatrocientos cuerpos diferentes -

haber hecho el amor. Que sus misterios,

como dijo el poeta, son del alma,

pero un cuerpo es el libro en que se leen.



Y por eso me alegro de haberme revolcado

sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,

Mientras buscaba ese tendón del hombro.

Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...

Aquella carretera de montaña

y los bien empleados abrazos furtivos

y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,

pegados a la tapia, cegados por las luces.

O aquel atardecer cerca del río

desnudos y riéndonos, de hiedra coronados.

O aquel portal en Roma en vía del Babuino.

y recuerdos de caras y ciudades

apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,

de escaleras sin luz, de camarotes,

de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,

y de infinitas casas de baños,

de fosos de un castillo.

Recuerdos de vosotras, sobre todo,

o noches en hoteles de una noche,

definitivas noches en pensiones sórdidas,

en cuartos recién fríos,

noches que devolvéis a vuestros huéspedes

un olvidado sabor a sí mismos!

La historia en cuerpo y alma, como una

imagen rota,

de la langueur goutée a ce mal d'être deux.

Sin despreciar

- alegres como fiesta entre semana -

las experiencias de promiscuidad.



Aunque sepa que nada me valdrían

trabajos de amor disperso

si no existiese el verdadero amor.

Mi amor,

Íntegra imagen de mi vida,

sol de las noches mismas que le robo,

su juventud, la mía,

- música de mi fondo -

sonríe aún en la imprecisa gracia

de cada cuerpo joven,

en cada encuentro anónimo,

iluminándolo. Dándole un alma.

Y no hay muslos hermosos

que no me hagan pensar en sus hermosos muslos

cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.



Ni pasión de una noche de dormida

que pueda compararla

con la pasión que da el conocimiento,

los años de experiencia

de nuestro amor.

Porque en amor también

es importante el tiempo,

y dulce, de algún modo,

verificar con mano melancólica

su perceptible paso por un cuerpo

- mientras que basta un gesto familiar

en los labios,

o la ligera palpitación de un miembro,

para hacerme sentir la maravilla

de aquella gracia antigua, fugaz como un reflejo.



Sobre su piel borrosa,

Cuando pasen más años y al final estemos,

quiero aplastar los labios invocando

la imagen de su cuerpo

y de todos los cuerpos que una vez amé

aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.



Para pedir la fuerza de poder vivir

sin belleza, sin fuerza y sin deseo,

mientras seguimos juntos

hasta morir en paz. Los dos,

como dicen que mueren los que han amado mucho.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Reseña de "Libropesía y otras adicciones".


VV.AA.
Libropesía y otras adicciones
Prólogo de Alberto Manguel
Colección Singular
Idioma original: Castellano
Publicación: Noviembre 2009
Rústica 21 x 14 cm
ISBN: 978-84-937559-1-1
160 páginas
15 euros



“…bien se puede llamar libropesía/
sed insaciable de pulmón librero”.
Francisco de Quevedo.

Sufro de “Libropesía y otras adicciones”, y la culpa la tienen Libros del silencio y algunos amigos:
Luciano, Niccoló, Francisco, Gustave, Kurd, Leopoldo y Virgina.
Porque ya no son Virginia Woolf, Francisco de Quevedo ni Gustave Flaubert. Ahora son los causantes de que haya estado una noche sin dormir porque he enfermado, más todavía, de libros.
A veces tengo la sensación de que me volveré loca como El Quijote.
Un libro completo como hacía tiempo que no lo encontraba. Crítico, como echaba de menos en las publicaciones actuales, y adictivo, tanto que bien agudiza la enfermedad que sufras bien la provoca.
Te abre los ojos a la posibilidad no muy remota de que seas “Un ignorante que compra muchos libros”, que los hay. Y además presumen de lo que tienen, que por regla general es inversamente proporcional a lo que han leído. Más tienes menos lees. Más claro que el agua, más claro que el hecho de que ser librero es todo un arte.
Debería estar incluido en el canon de las Bellas Artes: la pintura, la escultura,…, el arte de ser librero.
Si no lo creen así, lean, por favor, el relato de “La fuente del Potrillo”, de Niccoló Franco, y después me cuentan. ¡Leed, leed, malditos!
La libropesía es mal antiguo, y mencionado. Recibe mención que le cataloga como enfermedad de gente de letras o enfermedad de escritor.
Como las enfermedades de los pulmones que a tantos escritores talentosos visitaron y gracias a ellas se escribieron grandes, que no siempre talentosas obras. Me quedo con “La montaña mágica” de Thomas Mann, que escribió tras su estancia en un sanatorio de Suiza. Y no digo más al respecto de lo anteriormente mencionado.
Los libros no solo te pueden volver loco o “matarte” de tanto usarlos. También te pueden inducir a matar, y eso ya es más grave. O no, depende de si lo que vas a salvar es un manuscrito del siglo XVI en el que puedes leer el secreto de la humanidad que nadie sabe que existe pero es mejor que sigan así, y por eso estás llamado a conservarlo y mantenerlo en secreto. Si la salvación del mundo depende de que tu mantengas ese documento a salvo, si hace falta matar al alguien, se hace sin rechistar. Como se lee este libro, sin apenas respirar porque no lo necesitas, porque él mismo ya te da el aire que anhelas.
Y cuando ves que te falta un poquito, te puedes acercar a la estantería y coger uno de esos libros viejos que huelen a viejos, ya me entiendes, y olerlo como si fuera el perfume del amor de tu vida….
Y tocarlo, acariciarlo, hojearlo , y tus pulsaciones se ralentizan, te tranquilizarás y te bajará la fiebre que te había subido unas décimas, al leer el relato que le inspiró a Borges para su “Biblioteca de Babel”, “La biblioteca universal”,de Kurd LaBwitz.

Al recuperar la vida, seguirás leyendo, por prescripción médica y te marcharás a una de las “Bibliotecas vivas”, que tanto abundan en la ciudad literaria en la que vives.
Sentado en un sillón rojo, frente a un espejo que está a punto de mostrarte que has vendido tu alma al diablo de los libros, Oscar Wilde, te chivará que acaban de traer un libro nuevo, que contiene un relato inédito de Virginia Woolf, que será allí donde encontrarás la libertad que estás buscando, y lo buscas… “¿Cómo hay que leer un libro?, te pregunta un niño pequeño que se ha quedado embelesado mirándote. Tu no te habrás dado cuenta, pero de un tiempo a esta parte tu rostro se asemeja a “Il Bibliotecario”,de Giuseppe Archimboldo.
Decidirás contarle tu secreto, sin revelarle la parte en la que le tienes que decir que se aprende a leer, pero no a no leer. Que es una enfermedad de antaño, que se mantiene en el tiempo porque aún no han encontrado la vacuna para acabar con ella, que es libre de enfermar ahora o pretenderlo para siempre, que bien se puede llamar “libropesía esta sed insaciable de pulmón librero”…

martes, 2 de noviembre de 2010


FRANCOISE SAGAN.

DESDE EL RECUERDO.
Ediciones El cobre.

Mejor que decir lo que no vas a encontrar en esta novela te digo lo que sí encuentras.
Leíste hace muchos años “ Buenos días tristeza” y seguro que te impactó, lo más seguro es que la sinceridad de la autora sobre todo en la descripción de sus emociones y experiencias sexuales, por inesperadas, te engancharan al libro casi hasta el final.
Aquí no tendrás descripciones sexuales, ni demasiados momentos íntimos, tendrás desgarradoras descripciones de los peores momentos de la autora, de sus íntimos amigos, de sus noches de excesos y de búsqueda de algún límite más que traspasar, de su naturaleza inclinada no sabemos por qué hacia el alcohol, la literatura y las drogas.
Pero por encima de la autora, de tus filias y tus fobias hacia ella están esos momentos de soledad que todos tenemos, esos cubatas en casa cuando peor nos va todo o creemos que nos va.
Porque lo que nos enseña Francoise Sagán en este libro de memorias es que todos somos destructivos, pero también nos muestra que en el fondo somos lo suficientemente fuertes como para poder elegir con qué ginebra nos emborrachamos, a que amigo llamamos y qué libro vamos a leer.
Es en lo que resumió su vida esta escritora que a veces dudaba de sí misma, de su capacidad de ser ella misma.
A veces esta es la decisión más difícil.

lunes, 1 de noviembre de 2010

reseña de Kriptonita en el Bolso


Título: Kriptonita en el bolso

Autor: Iván Cotroneo

Traducción: Raquel Marqués

Editorial: Libros del Silencio

Págs: 216

Precio: 16 €



No puede no gustarte “Kriptonita en el bolso”.
Es genial. Ríes y lloras y vuelves a reír
y vuelves a llorar.

Es la literatura italiana que tanto echábamos de menos. Un baile de personajes fabulosos que nos contarán, simplemente, cómo son sus vidas, y eso nos bastará para pasar un rato agradable y echar de menos el libro cuando lo hayamos acabado.

Notaremos algo de nostalgia por los tiempos pasados y satisfacción por aquellos que “olemos”, por aquellos que sabemos que están a punto de llegar.

Sobre todo, mientras estás leyendo la novela le pones la cara al protagonista, el niño Peppino. Yo concretamente le he visto igual que al niño de “La vida es bella”, de Roberto Benigni. Un niño, Peppino, que va descubriendo poco a poco que la vida va en serio y que para sobrevivir hay que jugar con ella. Y juega. Juega con los bolsos de las señoras que acuden a una peluquería, en busca de esa pieza de Kriptonita que le dé la fuerza necesaria para seguir riendo.

“Kriptonita en el bolso” es una novela italiana de las de antes, donde todos, hasta el lector, son actores protagonistas, porque en Italia, todos son actores.

Está muy bien construida. Mantiene un hilo conductor algo fino, pero suficientemente consistente como para aportarnos una lectura fluida y bastante amena.

Esta novela se ve con las manos y se toca con los ojos, porque la sientes. Y al ser tan visual te regocijas pensando en la posibilidad de verla, algún día, en pantalla grande como ocurrió con “La elegancia del erizo”.

Como nos ocurre con tantos “Libros del silencio”, que nos dejan sin voz pero nos llenan de emociones.

Esta novela es preciosa como diría el poeta, es fresca, y permite una lectura sin tiempos porque no se olvida la cara de Peppino. Y además, la puedes llevar en el bolso para leerla mientras vas en el autobús. Pero ten cuidado, se te escaparán algunas risas, seguro, y le alegrarás el viaje a alguien que, a tu lado en el asiento del autobús, irá mirando por la ventana porque no habrá descubierto aún el placer de la lectura en Silencio.


www.labibliotecaimaginaria.com