miércoles, 30 de marzo de 2011

una habitación propia, solo tuya.

El dolor no me deja pensar con claridad
en ti,
en todo lo que tengo que decirte.
50 mg no han sido suficientes para
aclarar qué es lo que me pasa
para tener que escribir
y que leas mis palabras
en lugar de oírlas.

Siempre me ocurre
con la gente a la que quiero.
Me he acordado
esta mañana en la noticia del día,
pero no he llorado tu ausencia.
Solo la he leído en el periódico.

Ya no tengo uñas ni piel muerta
que quitarme,
ahora ya me he cortado incluso el pelo,
pero no he perdido la fuerza
porque aún no la tenía.

Tanta luz, y de repente,
tanta historia vencida.

Por fin,
aunque tengan rejas mis ventanas
y vea los tejados de esta ciudad,
la mía.
Si lanzo un hilo horizontal
de mi mirada,
llego directa a la campana que tañe
cada hora
para recordarme, que estoy bien,
que sigo viva,
a pesar de todos los miedos
de todas las gracias,
de todas las vividas vidas.

Y no es poco.

Pues no,
los 50 mg no parecen tener efecto en esto,
sigo escribiendo para decir te amo,
me sigue costando escuchar te quiero.

sábado, 19 de marzo de 2011

Cuarenta años no es nada.

Hablame como la lluvia cuando cae sobre mí
y me moja
hasta límites insospechados.
Como yo te quiero
cuando me miras a los ojos y apenas
me humedezco entonces
yo te abrazo
y tú lloras
fuego

miércoles, 16 de marzo de 2011

Nueva York

Esto es lo que llama la atención
aquí y ahora,
tu luz, cegada por la mía.
Amor mío, ¿cuándo,
amor mío,¿cómo
voy a poder dejar de mirarte de frente,
a ti, que regalas la luz de las luciérnagas,
cuando eres mi mantis religiosa?
Si cuando hacemos el amor
dejo de quererte
y recupero la vista.

martes, 8 de marzo de 2011

No es el mío este tiempo
en el que solo oigo tres ruidos
las gotas de agua cayendo sobre la silla
que está debajo del aire acondicionado,
el ventilador del ordenador
encendido casi tanto como yo,
tu palabras necias
en mis oídos sordos.

Mañana a esta misma hora
gustaré tres sabores
la sangre de mis dedos al escribirte
la sal de mi lágrimas antes de caer en el papel
un helado del sabor que quieras
porque todos serán tu
como soy yo para ti
cuando me besas

piedras en los bolsillos

El agua es más agua si hay una roca.
Ya sé que es excesivamente compacta.
Felipe ALcaráz.

Uno cuando escribe siente la necesidad
de leer antes de hablar
sin embargo
las piedras en los bolsillos
le impiden hacerlo a mayor velocidad
y eso
que ya no pesan tanto como ayer.

La sal que cura las heridas
se convierte en palabras
cuando tu las pronuncias
para que yo las recoja en un libro de amor
a tu nombre, al mío
al nuestro.
Qué hacemos aquí sentados en la orilla
mientras el caudal del río nos alcanza
si hemos dejado de tener sed
a medida que vaciamos
nuestras piedras en los bolsillos?

Lo voy a hacer,
¿vienes conmigo?

Mientras llegamos
sigamos hablando de amor
a mi, a ti, a nada.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El autobús con destino a Madrid va a efectuar su salida

Nunca supe lo que esperabas
En una estación de autobuses.
Da igual la que fuera, siempre estabas ahí
Al acecho, como si ya supieras
La hora a la que llegaba yo.
Y me mirabas mientras soplabas el té,
Sonaba la sirena…


Siempre pensé que yo te imaginaba
Trayéndome el desayuno a la cama,
Ya sabes, después.
Café con leche, doble de café,
-¿no vas a comer nada?,
no, no tengo hambre-
como siempre…

A veces, como hoy,
Llego y no estás
Y me preocupo
Y miro a todos lados
Y no te encuentro
Y me entristezco
Y pregunto por ti,
Dando todos los detalles,
Créeme, todos todos,
Pero aún así
Ninguna te conoce.

Ahora ya lo sé


Nunca me trajiste el desayuno a la cama,
A esta mesa de la esquina izquierda del bar.
Y yo no llevaba nunca puesto el pijama
Azul, ese que a ti no te gusta
Pero que yo usaba porque se parecía al tuyo,
Sí, solo y nada más que por eso.
Miento,
También porque olía a ese día de Abril
Que me quisiste hasta que no pudiste más
Hasta que yo te dije que me moría de amor
Si seguías amándome así, de qué manera.
Hasta que tomamos una ginebra a sorbitos de ombligo
Yo del tuyo, y tu,
tu de todas las partes de mi cuerpo.




Ahora ya lo se,


Y quiero que tu también lo sepas
Metí el pijama en la lavadora y ha desteñido
Soy yo la que ya no puede más
Me he pasado al whisky seco

Ah,
y desde ayer viajo en avión
Que hacerlo en el servicio sobrevolando tu casa
Me gusta mucho más
Mucho, mucho,
De qué manera….

Mercadona

Sinceramente
creo que hemos quedado imantados
mutuamente
en el color de las flores,
en los versos no leídos hoy,
en las cosas que sabemos que pasan,
en las que nunca nos decimos...

También lo noto.