miércoles, 30 de marzo de 2011

una habitación propia, solo tuya.

El dolor no me deja pensar con claridad
en ti,
en todo lo que tengo que decirte.
50 mg no han sido suficientes para
aclarar qué es lo que me pasa
para tener que escribir
y que leas mis palabras
en lugar de oírlas.

Siempre me ocurre
con la gente a la que quiero.
Me he acordado
esta mañana en la noticia del día,
pero no he llorado tu ausencia.
Solo la he leído en el periódico.

Ya no tengo uñas ni piel muerta
que quitarme,
ahora ya me he cortado incluso el pelo,
pero no he perdido la fuerza
porque aún no la tenía.

Tanta luz, y de repente,
tanta historia vencida.

Por fin,
aunque tengan rejas mis ventanas
y vea los tejados de esta ciudad,
la mía.
Si lanzo un hilo horizontal
de mi mirada,
llego directa a la campana que tañe
cada hora
para recordarme, que estoy bien,
que sigo viva,
a pesar de todos los miedos
de todas las gracias,
de todas las vividas vidas.

Y no es poco.

Pues no,
los 50 mg no parecen tener efecto en esto,
sigo escribiendo para decir te amo,
me sigue costando escuchar te quiero.