miércoles, 5 de octubre de 2011

Medianoche en París.

He llegado aquí
y un escalofrío ha recorrido
mi cuerpo y entristecido
mi alma.

En un momento
recordé tu abrazo en aquel
bar abierto al mundo
y he sabido
que no lo recibí por miedo
a que fuera a deshacerme.

Siempre me pasa.
Nunca sé lo que es verdad
si no lo pido
siempre sé lo que es mentira
cuando lo hago.

Así, no dejo de verme
en todas las pinturas que
hoy
como no podía verte a ti
he buscado en los libros
que viajan
como yo
buscando un lugar
en el que estar
sin miedo a equivocarse.

Y llevo más de cuatro horas
pensando en tus palabras
en mis actos
pero no lo sabes hasta
que no lees
y no lo reconozco
hasta que no escribo.

Si pudiera alguna vez
reconocerte mi cordura
sabrías
que no se trata
de huir
sino de no querer quedarse
donde sabemos
que no estamos
todavía.

No te canses de esperar
no me canso de seguir
mirando tus ojos
cuando están lejos

Entonces sí que están
y además conmigo.

Como yo en París
contigo
ahora.