domingo, 5 de febrero de 2012

El Renacimiento.


Hay fríos que no sabemos si son emocionales o atmosféricos, cuentan por ahí.
Lo dejan caer como una losa de mármol de Carrara, absolutamente bello, absolutamente frío, absolutamente duro y frágil, absolutamente. Pues aunque se piense lo contrario, el mármol no es el mineral más duro de la naturaleza, el de Carrara, es el que probablemente contenga más belleza en todo el universo.
Conocido por su blancura, su pureza, por su sinceridad, fue el mármol que usó Miguel Ángel en su David. Y como ese David, frente a Goliat, las frases se mantienen en pie por todos aquellos que paseamos nuestros ojos ante ellas, las transformamos en algo necesario para sobrevivir, y por un segundo, la mano de David y las palabras de la frase, nos acarician, recogen nuestra lágrima a punto de salir sobrepasada por lo sublime de la contemplación.
Sufrimos un inexistente síndrome de Stendhal por este frío marmóreo, que nos permite distinguir lo mucho que a veces, nos quema el corazón. Ni una sola palabra de la frase, ni una sola veta de la escultura sobra en estas dos losas que ahora coinciden en mi papel. Un papel que era blanco como el mármol antes de que lo inundara una atmósfera de lejanía kilométrica, de cercanía emocional que contempla David, impertérrito ante lo que sabe es necesario para que el equilibrio se mantenga en cada uno de nosotros. HAY muchas maneras de sobrevivir a estos FRÍOS, lo QUE pasa es que NO podemos vencer algo si no SABEMOS SI ha llegado la hora de luchar, ni siquiera en días como hoy distinguimos si las batallas en las que nos hemos empeñado en participar, SON EMOCIONALES, buscando con ellas ver cómo late el corazón de David, O si son ATMOSFÉRICAS, y lo que queremos es que haya otros ojos, que puedan contemplar este frío, a los que antes hayamos avisado, de que es posible que se les queden congeladas las lágrimas, antes de entrar en la Galería de la vida cotidiana