lunes, 17 de junio de 2013

El poema dorado.


El poema dorado

                                            A Alberto.
 
De cuánto ciega
la luz,
cuando es ella
quien te mira.
 

domingo, 16 de junio de 2013

Tras la lectura de "El peso de las naranjas y Miner´s Pond", de Anne Michaels


 





El peso de las naranjas y Miner´s Pond.
Anne Michaels.
Bartleby Editores. 2001.
143 páginas.


                                                                 
                   Estirar el agua, desatar su costura”. 






Ese es el primer verso del libro El peso de las naranjas y Miner´s Pond, de Anne Michaels. Lo palpable se acerca a nosotros con sutileza, por medio de las cosas tangibles, todas las que nos pasan a nosotros, los poetas y al resto del mundo.
    Considero que es uno de los pocos poemarios, de reciente lectura, que confirman algo que vengo defendiendo desde hace tiempo: que la narración y la poesía están tan íntimamente ligadas que lo mágico que ocurre en la segunda, trasciende a la primera y nos permite construir una metáfora eterna que rompe las reglas, que podemos coger y sentir.
    No es un poemario al uso, si es que alguno lo es, se trata de una mezcla entre los mensajes que escribíamos en aquellas postales, todavía existentes, que comprábamos cuando salíamos de vacaciones, el diario de adolescente que todos hemos tenido escondido en nuestro cuarto, una fotografía que podría haber sido tomada por Francesca Woodman, por lo indeleble, lo fugaz, lo quebradizo de la imagen, y por supuesto, lo que todos entendemos por poesía.
     Nadie sabe cómo será escrito un poema hasta que está terminado, hay poemas que ni siquiera lo son, hasta que alguien decide nombrarlos. Cuesta trabajo en El peso de las naranjas y Mine´s Pond encontrar la cadencia poética, el conjunto podría incluso parecer que carece de musicalidad, cuando no es así.
La fenomenología de este poemario es el recurso perfecto con el que la autora cuenta para dar alcance al hecho poético. Lo maravilloso de ello, es que nos adentramos de lleno en el salón de su casa, debajo de las sábanas que la resguardan del frío nocturno, incluso nos presenta a sus seres más queridos y nos hace quererlos más; en un acto de generosidad, nos regala las citas de sus autores de referencia.
Nos invita a  un festín barroco de palabras en el que comprendemos que “el corazón mantiene cuerpo y espíritu en equilibrio, hasta que la densidad los separa”.
Lo que nos mantiene enganchados a la lectura del poemario es que nos permite hace nuestro su lenguaje, y gracias a ello, lo vuelve legible, cercano, el compañero perfecto para el viaje en el que nos adentra Anne Michaels, porque “el tiempo emana de nuestro interior”.
La poesía, en El peso de las naranjas y Miner`s Pond crea otra realidad que nos transciende y nos hace creer en la existencia de lo imposible, porque  lo que he aprendido me sostiene luego en cada pesar”, aunque “el verdadero creyente sigue buscando pruebas” en las que la vida nos muestre la potencia de su revés, nos permita asombrarnos de que salga el sol todos los días, y además nos acostumbre a lo maravilloso de la cotidianeidad.

 Extracto del poema Lago two rivers:

Cuanto más miras una cosa, 
más se transforma.
El pasado de mi madre se enreda
bajo las vidas de sus padres y abuelos,
vivían en una misma casa y entre ellos
recordaban cientos de años de historia.

Este amor doméstico es plano, hiere
como la luz hiere nivelando los objetos de un bodegón.


Extracto del poema Miner´s Pond

Las ventanas se hielan como charcas poco profundas,
el hielo florece en forma de hexágono.
El último almíbar de la luz bule rebosando bajo la cobertura
de las nubes; el cielo adquiere un color deslustrado.
Como pisapapeles, vacas sujetando el horizonte.

Incluso en un lugar que conozcas íntimamente
es diferente la oscuridad de cada noche.

 

sábado, 15 de junio de 2013

Tuétano

Gimo, desde la matriz. 
Desde lo más profundo de mi ser, 
desde el equilibrio que la densidad de mi cuerpo 
está a punto de romper. 
Quedo a la intemperie, 
serena, 
dilatando para dar a luz la aceptación de una muerte 
a destiempo 
que me mantiene alerta, suspendida, al menos un instante.
 Esperando que se resquebraje la membrana, 
que se apague la luz y se congele la oscuridad,
 que el silencio rellene este silencio.

Aún con esto no obtengo libertad
sigo presa del deseo que cambia mi temperatura,
la del agua hirviendo, la del hierro fundido,
la del que a otro lame.

Porque cualquier descubrimiento
es un acto de memoria,
de veneración hacia mi cuerpo.

martes, 11 de junio de 2013

El olvido que seremos.


Quiero morir con Alejandra.
Y matar al ruiseñor que habla
tan dentro de nosotros.
Que habla, que  ríe. 
Nos voltea.
Creer en el espíritu santo,
esa paloma  que ha mantenido dormidos a todos.
Todos, tú, y yo, también. 
Hasta ayer.
Gritar de dolor. 
Celebrar el rito.
Llorar su quebranto.
Quimera y él, Federico.
Muerto de tedio y español.
Conseguir que todo parezca verdad.
La pus de tu grano.
Mis manos frías.
Su alergia a vivir y la enfermedad que yo misma provoco.
Prisión y pasión por escribir, aunque sea en esperanto.
Llanto!
Tanto!