sábado, 15 de junio de 2013

Tuétano

Gimo, desde la matriz. 
Desde lo más profundo de mi ser, 
desde el equilibrio que la densidad de mi cuerpo 
está a punto de romper. 
Quedo a la intemperie, 
serena, 
dilatando para dar a luz la aceptación de una muerte 
a destiempo 
que me mantiene alerta, suspendida, al menos un instante.
 Esperando que se resquebraje la membrana, 
que se apague la luz y se congele la oscuridad,
 que el silencio rellene este silencio.

Aún con esto no obtengo libertad
sigo presa del deseo que cambia mi temperatura,
la del agua hirviendo, la del hierro fundido,
la del que a otro lame.

Porque cualquier descubrimiento
es un acto de memoria,
de veneración hacia mi cuerpo.