jueves, 19 de septiembre de 2013

Nunca podrás ver el bosque


       
Chopera de Fuente Vaqueros. Granada.
                                     

  











 Todo lo que cambia, donde cambia,  deja detrás  de sí un abismo.
  Antonio Porchia




No duermo. El sueño que no se alimenta no sueña, pero yo no puedo dormir.
Escalofrío, uno como nunca antes  había tenido. Escucho por primera vez su voz,
mis palabras resulta que eran suyas. Tanto en común. El frío en las manos, las noches de insomnio,
la seducciòn, el silencio, la soledad, la llama en la que arde, absolutamente, toda la energía.
No puedo màs. Los poemas que antes eran largos terminan en combustión de cinco o seis palabras,
pero queman como nunca. Me inflaman tanto, que el humo no me deja respirar.
No puedo respirar. Desde que estás me falta el aire, convivo con una obsesiòn de incerridumbre en mi cabeza, por qué tanto, por qué todo, por qué nunca. La nada. El límite entre cortarse con un cristal y suturar la herida. Morir sin encontrar la palabra justa. Mi vernácula herida. Mi yo.
El lenguaje siempre es algo superior a las personas. No existe el amor de una vida.
Sólo está la incapacidad de nombrarlo y lo que se busca angustiosamente en las páginas de un libro.
Vacío de no  estar viva. No pararé hasta que llegue hasta el fondo, No puedo irme de ti, ahora ya no. Pàjaro en fuga. Ser lo que uno es para seguir viviendo.