sábado, 2 de noviembre de 2013

Tienes hasta el domingo... ya sabes "pa lo que digo".



      
                                             " No imites, haz lo que te salga del corazón".




Con cuidado de no ser atropellada al cruzar mal la calle, y con el deslumbramiento que me provoca, siempre que paso por allí, la azulejería de Ruiz de Luna de la fachada, llego a la puerta del teatro y Antonio me ayuda a conseguir la invitación que me espera en la taquilla.
Estoy allí un día en el que he pensado especialmente en el pasado, en los ausentes y la fuerza de las ausencias, y en lo mucho que me hubiera gustado venir con algunos de ellos a despedirme de Raquel Meller.
En el patio de butacas, mi perspectiva es mucho más límpia, mi mirada, menos contaminada. Oigo el pequeño murmullo de los que han apurado hasta el último momento para viajar al primer tercio del siglo XX y, con su presencia, honrar a la Meller, como hoy en todo el país se honra a los muertos.
El domingo se apagará la vela que mantiene viva su memoria en Madrid, porque Hugo Pérez se ha preocupado de mantener la llama activa, de qué manera.
Algo que mientras escribo estas líneas llama poderosamente mi atención es que el patio de butacas está lleno, e inmediatamente asumo que somos un país de finales. Siempre esperamos a que los espectáculos estén a punto de concluir, o a que un artista muera, o a que alguien se retire de escena para mostrar interés, respeto y reconocimiento al trabajo bien hecho, que en ocasiones, supone el trabajo de toda una vida.
Creo que forma parte de la idiosincrasia española, ese orgullo, esa plasta de orgullo patrio que nos hace amar lo ajeno mucho antes que lo propio, sin percatarnos de que la calidad, en muchas ocasiones, de lo segundo, está muy por encima de la de lo primero.
Lo acepto, pero no puedo comprender cómo la gente no ha reaccionado a tiempo con este trabajo tan completo, y sí con alguna que otra nefasta producción, sólo porque en ella participa el conocido rostro de turno.
MadriZ necesita un buen bofetón, y sus gentes necesitan un poquito más de respeto en las programaciones culturales. Queda demostrado que, cuando al público se le ofrece dicho respeto y exquisitez en el trabajo,  responde con creces y agradece la muestra de cariño y posibilidad de enriquecimiento por medio de la cultura.

"Por los ojos de Raquel Meller" concluye su parada en Madrid, y no se queda más tiempo, porque la intelectualidad, la responsabilidad artística y laboral, el trabajo duro,  el ingenio  y el homenaje al folclore español y a la fortaleza de los artistas para luchar por su sueño con su trabajo, y no con la venta de sus vidas y las vidas de los que con ellos coexisten, NO ES RENTABLE en un país donde  el Ser siempre ha sido el vecino de la portería del PARECER.
El domingo es el día en el que, la última oportunidad para comprender, por los ojos de Raquel Meller, lo que pasa en nuestras vidas de hoy, estará a tiro de piedra de la Puerta del Sol, donde es imprescindible que empiece una revolución con fuego y piedras, en la que España reaccione de una vez y comprenda que todo arde si le aplicas la chispa adecuada, y que el respeto por nosotros mismos y lo que somos, se puede recuperar mirándonos en el espejo, aceptando lo que fuimos y seremos, dejandonos  de tonterías, y luchando por lo que nosotros queremos, no por lo que otros dicen que necesitamos.
La cultura puede ayudar mucho a conseguirlo, pero señores, todos tenemos que poner de nuestra parte, porque de nada sirve que nos traigan la luz a la puerta de casa, si no nos molestamos en abrir la puerta y ver.